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Los jueces y los magistrados son dos perfiles judiciales que las personas de a pie suelen mezclar de forma casi inconsciente. No son pocas las personas que, equívocamente, utilizan ambos o términos de forma intercambiable o que piensan que un magistrado ostenta un cargo superior al de un juez.

En este artículo vamos a despejar algunas incógnitas sobre las diferencias entre juez y magistrado.

¿Qué es un juez y un magistrado?

Un juez es un miembro del Poder Judicial que ha accedido a la Carrera Judicial tras obtener una licenciatura o grado en Derecho, aprobar una oposición y recibir la formación inicial correspondiente. Los jueces son los miembros más recientes o “modernos” del escalafón judicial.

Por su parte, un magistrado es también un miembro del Poder Judicial, pero con mayor antigüedad en la carrera. Todos los jueces ascienden a la categoría de magistrado después de varios años de ejercicio profesional (actualmente entre cuatro y siete años debido a la congelación de la Carrera Judicial).

Diferencia entre juez y magistrado

En cuanto a las diferencias entre jueces y magistrados, es importante entender que estas se basan principalmente en la antigüedad y la categoría profesional, no en el poder o la importancia de sus funciones. Tanto jueces como magistrados tienen plena jurisdicción y sus sentencias tienen el mismo valor legal.

Una diferencia visible se encuentra en sus togas: los jueces llevan un escudo plateado y no tienen puñetas, mientras que los magistrados lucen un escudo dorado y sí llevan puñetas. Es correcto llamar “juez” a un magistrado, pero no al revés.

En cuanto a la asignación de destinos, tanto jueces como magistrados acceden a sus puestos principalmente por concurso de antigüedad, eligiendo entre las plazas disponibles según su posición en el escalafón. Sin embargo, algunos destinos requieren conocimientos específicos (como idiomas regionales o derecho foral) o son de designación discrecional por parte del Consejo General del Poder Judicial.

Cabe destacar que ni jueces ni magistrados tienen superiores jerárquicos en el sentido tradicional. Ambos se deben únicamente al imperio de la ley y gozan de independencia en sus decisiones. A pesar de lo que pueda parecer a simple vista, el sistema de recursos que permite la revisión de resoluciones por órganos superiores no implica una relación de subordinación.

La Constitución española garantiza la inamovilidad de jueces y magistrados como salvaguarda de su independencia. Solo pueden ser removidos de sus cargos por causas muy específicas, como jubilación, incapacidad laboral o expediente disciplinario. Además, deben abstenerse de juzgar casos que involucren a amigos íntimos, familiares o enemigos para garantizar su imparcialidad.

A su vez, los magistrados son electos para trabajar en los Tribunales Superiores de Justicia como, por ejemplo, el Tribunal Supremo.

¿Cómo se accede a cada uno de estos cargos?

Existen dos vías para llegar a ser magistrado: el turno libre, que implica acceder primero como juez y ascender con el tiempo, y el cuarto turno, que permite a juristas de reconocida competencia con al menos diez años de experiencia profesional acceder directamente a la categoría de magistrado mediante un concurso de méritos y un examen de oposición.

Para convertirse en juez en España, el camino tradicional comienza con la obtención de una licenciatura o grado en Derecho. Luego, el aspirante debe prepararse y aprobar una rigurosa oposición que evalúa sus conocimientos jurídicos. Una vez superada la oposición, el candidato recibe una formación inicial específica para el cargo. Tras completar estos pasos, ingresa en la Carrera Judicial con la categoría de juez.

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